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Subasta de Agua en Elche

Subasta de Agua en Elche: un sistema histórico adaptado a la equidad actual

Un mercado singular en el tiempo

La subasta de agua en Elche ha sido, desde hace siglos, una práctica singular y profundamente enraizada en la cultura agrícola del municipio. Lejos de ser una mera transacción comercial, este sistema representó un modelo autónomo de gestión de recursos hídricos que ha llegado hasta nuestros días con sus propios mecanismos y valores. 

En 1791, se produjo un hecho clave: se cedieron todos los derechos sobre las aguas del sistema a una junta de propietarios, lo que daría lugar a la actual Comunidad de la Acequia Mayor del Pantano. A partir de entonces, el agua pasó a desvincularse completamente de la propiedad de la tierra, estableciendo un modelo pionero de autonomía y flexibilidad en el uso del recurso hídrico. 

Subasta a la llana: una práctica ancestral

Durante siglos, la distribución del agua se realizó a través de subastas públicas a la llana, un sistema en el que los interesados pujaban por turnos de riego. Este método sustituyó al tradicional reparto por tandas, eliminando la rigidez del sistema de turnos fijos y abriendo paso a un mercado activo del agua. 

Sin embargo, esta forma de venta, especialmente en periodos de sequía o escasez, beneficiaba a los propietarios con mayores recursos, quienes podían pagar precios desorbitados y acaparar el acceso al riego. Esto creó desigualdades notables entre regantes, haciendo que muchos agricultores quedaran excluidos del sistema por falta de poder adquisitivo. 

Se construyó en mampostería con mortero de cal y arena, y revestida en sillería. Su bóveda apoya directamente sobre roca natural, tanto en la ladera izquierda como en un promontorio que actúa como contrafuerte hacia aguas abajo. 

El sistema de desagüe cuenta con una galería abovedada de 2,20 x 2,70 m, que atraviesa la base de la presa. Dispone de dos compuertas: una acerrojada y otra con guías verticales, que han alternado su uso según los documentos históricos. 

La reforma del siglo XX: hacia la equidad

Fue a partir de los años 80 del siglo XX cuando se inició un proceso de transformación profunda. El entonces presidente de la Acequia Mayor del Pantano, D. Francisco Picó Ibarra, comenzó a estudiar alternativas para mantener la esencia histórica del sistema, pero introduciendo principios de equidad y justicia social. 

Tras su fallecimiento, bajo la presidencia de D. Emigdio Tormo, se culminó la reforma del sistema de subasta. Nació entonces el modelo actual: un sistema que conserva la subasta como tradición, pero establece un precio máximo fijado previamente, que impide que la puja supere un límite que pueda perjudicar a los regantes con menos recursos. 

Subasta regulada: un equilibrio entre historia y sostenibilidad

Este modelo mixto, que combina tradición e innovación, garantiza: 

  • El mantenimiento de una práctica histórica singular en el ámbito del riego. 
  • La protección del derecho al agua de todos los agricultores. 
  • Una distribución equitativa y justa del recurso en función de las necesidades reales. 
  • La sostenibilidad económica y social del sistema hídrico del Palmeral de Elche. 

Hoy en día, la subasta de agua en Elche no es solo una transacción: es una expresión de identidad, un mecanismo de inclusión y una herramienta que equilibra los derechos individuales con el bien común. 

Sin embargo, en 1995, la Comunidad de la acequia Mayor emprendió labores de limpieza y restauración que culminaron, gracias a la Diputación de Alicante, en un ambicioso proyecto de rehabilitación estructural del canal. 

Este plan no solo recuperó el Canal del Desvío, sino también seis partidores históricos: Marchena, Asnell, Anoi, Carrell, Albinella y Candalix, reforzando el valor funcional y simbólico del sistema de riego tradicional de Elche. 

Conclusión: agua, cultura y comunidad

El caso de la Acequia Mayor del Pantano de Elche demuestra que es posible adaptar una práctica centenaria a los retos actuales, respetando la historia y garantizando la justicia. La subasta de agua, reformada pero viva, sigue siendo un pilar esencial del sistema de riego ilicitano y un ejemplo de gestión inteligente del patrimonio hídrico. 

i derruida tras los daños causados por el temporal del 3 de septiembre de 1793. Las comunidades se encargaron de su reconstrucción y consolidación jurídica. 

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